Enfermedades americanas producidas por virus transmitidos por artrópodos (arbovirus)
Dr. Amadeo Bava
Prescindiendo de los criterios de clasificación de los virus, aparece el grupo de los arbovirus, creado con un criterio epidemiológico. Estos virus, para su transmisión, necesitan un vector, un artrópodo hematófago en el que se multiplican, para infectar luego por picadura a un huésped vertebrado en el que desarrollan un ciclo intrínseco.
Los vertebrados, incluso el hombre, padecen infecciones asintomáticas, convirtiéndose así en reservorios del virus. De los muchos arbovirus conocidos, sólo unos 80 son patógenos para el hombre y se transmiten a través de mosquitos o de garrapatas.
Los arbovirus son esféricos, miden entre 25 y 50 nanómetros, tienen simetría cúbica y envoltura lipoproteica, con proyecciones que los hacen sensibles al éter, al cloroformo, al doxicolato de sodio (solvente lipídico) y al calor.
Se los clasifica en grupos A, B, C, etc., basándose en la inmunoserología y en el desarrollo de reacciones de fijación del complemento y de inhibición de la hemaglutinación.
Sus huéspedes son los monos, los roedores y las aves que sufren la infección inaparente. El huésped experimental más sensible es el ratón lactante que, al ser inoculado por vía intracerebral, desarrolla una encefalitis generalmente normal.
Arbovirus más importantes.
Los arbovirus del grupo A son todos transmitidos por mosquitos, destacándose los virus de la encefalitis equina oriental (América), encefalitis equina occidental (América) y encefalitis equina venezolana (Sudamérica, México y EEUU). Los virus Mayaro y Mucambo producen cuadros febriles, localizándose en Sudamérica.
Entre los virus del grupo B, se destacan el dengue (Sudamérica), el virus de la encefalitis de San Luis (América), el virus de la encefalitis de Ilheus (Centro y Sudamérica) y el virus de la fiebre amarilla (Sudamérica), todos transmitidos por mosquitos. Se menciona también el virus de la encefalitis de Powassan (EEUU), transmitido por garrapatas.
Los arbovirus del grupo C son, también, transmitidos por mosquitos y producen cuadros febriles: Apeu, Caraparu, Itaqui, Marituba, Murutucu, Oriboca, Bunamwera-Guaroa, todos endémicos en Sudamérica. En EEUU y Canadá se localiza el virus de la encefalitis de California.
El grupo Guama incluye los virus Catú y Guama, transmitidos por mosquitos y que provocan cuadros febriles, endémicos en Sudamérica.
El grupo Simbu incluye los virus de la fiebre de Oropuche (Sudamérica) y de la estomatitis vesicular tipo New Jersey (EEUU y Sudamérica), en ambos casos transmitidos por mosquitos. El virus de la fiebre del Colorado (EEUU) es transmitido por garrapatas.
Finalmente, se menciona el grupo de los arbovirus transmitidos por flebótomos: virus Candirú, virus Chagres y virus Papataci, localizados en Centro y Sudamérica, produciendo cuadros febriles.
Cuadro clínico.
Se describe cuatro síndromes característicos producidos por la acción patógena de los arbovirus:
1) Artralgias generalizadas, con o sin exantemas, fiebre alta, cefalea y polimialgias; por ejemplo: el virus del dengue serotipos 1 y 2 en el Caribe y Sudamérica.
2) Fiebres hemorrágicas, con petequias y equimosis en la piel y mucosas y hemorragias orificiales. Ejemplo: dengue serotipos 3 y 4.
3) Fiebres hemorrágicas con hepatitis y nefritis, hemorragia gastrointestinal, ictericia, fiebre alta de comienzo brusco, escalofríos, cefaleas, artralgias, vómitos y leucopenia; por ejemplo: la fiebre amarilla que tiene un 10-20 % de mortalidad.
4) Encefalitis, que se manifiesta con fiebre alta, mialgias, obnubilación y síndrome meníngeo; por ejemplo: encefralitis equina del Este, del Oeste, venezolana y de San Luis.
Patogenia.
Los virus inoculados por la picadura de los artrópodos invaden el endotelio vascular y las células del sistema reticuloendotelial (bazo, ganglios, hígado), donde se desarrollan y pasan después a la sangre. Esta viremia se mantiene pocos días antes y después del inicio de los síntomas, produciendo exantemas en la piel, hemorrágicos o no, artritis, miositis, hepatitis, nefritis y encefalitis. El período de incubación suele ser de 5 a 10 días, salvo en la fiebre amarilla (3 a 6 días).
Como respuesta a la acción antigénica de los arbovirus, hacia la primera semana de la enfermedad aparecen anticuerpos: neutralizantes, que persisten mucho tiempo y son protectores, y fijadores del complemento, que desaparece hacia los 4-6 meses de la infección, que no son protectores, pero permiten el diagnóstico bioetiológico.
Diagnóstico de laboratorio.
Se realiza por las siguientes metodologías:
1) Aislamiento del virus: la muestra de elección es sangre tomada en los primeros 4 días de la enfermedad; esta sangre se inocula en ratones lactantes por vía intracerebral o en cultivos de tejido. El virus aislado se tipifica con sueros patrones mediante reacciones de inhibición de la hemaglutinación o fijación de complemento, lo que determina el subgrupo al que pertenece el virus aislado. La identificación final específica se realiza mediante reacciones de neutralización.
2) Serología: se realiza sobre muestras seriadas de suero del paciente, tomando la primera en el período agudo y la segunda tres semanas después. En la segunda muestra, el aumento del título de anticuerpos fijadores de complemento, inhibidores de la hemaglutinación o neutralizantes hasta cuatro veces más con respecto a la primera muestra, confirma el diagnóstico.
3) Anatomía patológica: se hace por punción hepática o por estudio postmortem del hígado, que presenta las lesiones específicas provocadas por los virus.
Epidemiología.
El sistema ecológico que permite la supervivencia de los arbovirus es complejo y se integra con un vector hematófago y un huésped vertebrado, que suele sufrir una infección leve o inaparente, inmunizándose y actuando como reservorio. Los artrópodos son portadores del virus durante su breve existencia; el hombre es un huésped accidental y de poca importancia epidemiológica, lo mismo que el caballo con respecto a la encefalitis equina. Los virus transmitidos por garrapatas aseguran la supervivencia al infectar transováricamente a la descendencia de su vector.
Profilaxis.
a) Protección contra el vector: Los que se encuentran en zonas epidémicas o endémicas, no inmunizados, se protegeran durante la noche con ropa adecuada y mosquiteros.
b) Erradicación del vector: Se consigue usando insecticidas, muy útiles en zonas urbanas, pero ineficaces en zonas selváticas. Así se consigue erradicar el Aedes aegypti por su hábitat ciudadano y no el Haemagogus selvático, ambos transmisores del virus de la fiebre amarilla.
c) Inmunización: Prácticamente se dispone de una sola vacuna para el hombre, la 17D, a base de virus atenuados de la fiebre amarilla. Es ineludible obligación de las autoridades sanitarias vacunas a todos los habitantes de las zonas sospechosas de infección y a quienes vayan a ella.
Fuente: Enciclopedia Medicina de la A a la Z, Salvat Ediciones.