AEROAPLICACION DE AGROQUIMICOS. Importancia de la Capacitación y Perfeccionamiento.
Se calcula que del total de las 30 millones de hectáreas de superficie cultivada que tiene la Argentina, con un promedio de tres aplicaciones, se tratan con agroquímicos alrededor de 90 millones de hectáreas. Datos del INTA demuestran que gran parte de las fallas de los tratamientos se dan en aspersiones aéreas (puntualmente en la aplicación de insecticidas), que representan entre el 40 y 50 % de las aplicaciones.
Para atender esta deficiencia, desde octubre de 2009, el proyecto comandado por el
Instituto de Ingeniería Rural (IIR) del INTA Castelar sobre "Tecnología de Aplicación de Agroquímicos", orientado hacia la aplicación terrestre, incorporó el módulo aéreo. Cuenta con un interesante presupuesto y cinco centros (Famaillá, Concepción del Uruguay, San Antonio de Areco, Balcarce y Coronel Suárez).
"El asesoramiento y la capacitación en aplicación de fitosanitarios, especialmente en la aviación agrícola, es muy baja, y no ha acompañado el desarrollo formidable que ha tenido la agricultura las últimas dos décadas", destacó el entomólogo del INTA Pergamino y coordinador del módulo aéreo del proyecto, Daniel Leiva.
Los principales objetivos son certificar la prestación de aviones agrícolas para pulverización, mediante un protocolo de calibración normalizado (que el INTA adaptó de una norma internacional con base en EEUU), capacitar profesionales, acercar las partes (profesionales y empresas de servicios), realizar pruebas de eficacia de fitosanitarios y generar ámbitos de divulgación y recomendación.
Leiva es tajante: "La tecnología de aplicación requiere realizar, sí o sí, mediciones cuantitativas de eficiencia para dejar de trabajar a ciegas". Y hace hincapié en otra recomendación al productor y al asesor: "Tienen que empezar a exigir promedios de impactos de gotas por m2 distribuidos de manera uniforme y no conformarse con pulverizar un determinado volumen".
El servicio ofrecido por el INTA es gratuito y tiene tres vías de acceso: las convocatorias que hace el propio instituto, o la solicitud de parte de un aplicador o un asesor. "Nuestro objetivo es que esto se difunda y podamos tener más aviones que cuente con el manual de prestaciones", remarcó Leiva.
Horacio Rudaz realiza aplicaciones en la zona de Lobos, en el norte bonaerense, y participó de la calibración de su avión junto con el INTA. "Es interesante porque permite que, tanto pilotos como ingenieros asesores, nos capacitemos para sacarle el mayor beneficio a las aplicaciones", aseguró Rudaz, quien consideró que "muchas veces se desconfía del avión porque no se lo conoce, pero bien calibrado sirve para aplicar perfectamente tanto insecticidas como funguicidas".
En la Argentina, de los 550 aviones que hacen aplicaciones, sólo el 45 % tienen habilitación legal para trabajar. Desde el INTA consideran que el protocolo de calibración puede ser una interesante herramienta de marketing para la empresa que ofrece el servicio y, además, facilitará la relación entre el asesor y la empresa de agroquímicos, porque está basado en un método científicamente comprobable, lo que agrega confiabilidad al control.
Fungicidas, insecticidas y sus diferencias.
El entomólogo Daniel Leiva puntualiza tres ejes a tener en cuenta: "Que las gotas lleguen al objetivo, que la maleza o el insecto absorban el tóxico y que el principio activo no se degrade antes de darle al objetivo". La aplicación se verifica con tarjetas sensibles y la evaporación se controla con antievaporantes (básicamente aceite agrícola). La absorción se verifica por el grosor de la cutícula de los vegetales o insectos y también se controla con antievaporante más tensioactivo. Finalmente, la residualidad del fitosanitario se evalúa mediante un análisis de agua (pH y sales) y si es necesario se corrige con correctores de pH o secuestrante de cationes.
En soja, hay que diferenciar el manejo de insectos y enfermedades. En fungicidas el objetivo está siempre abajo, por lo que se recomienda aplicar 15 litros de caldo total, reemplazando 1 litro del total por coadyuvante cuando la humedad está entre 50 y 60 % y 2 litros cuando está entre 40 y 50 %; con menos de 40 % de humedad no se recomienda aplicar. El ancho de la franja no debe ser mayor de 20 metros para aviones grandes y de 18 metros para aviones medianos o chicos. En insecticidas hay que abrir el follaje para llegar al objetivo, por lo que hay que generar muchas gotas chicas. Un buen control debe lograr alrededor de 10 gotas de impacto profundo. Se necesitan unos 8 litros de caldo total. Con menos de 60 % de humedad, usa coadyuvantes.
Fuente: Martínez Dodda, Juan; "Pulverizar: una cuestión de alto vuelo", Clarín Rural, 02/ 01/ 2010, p. 7.-
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